GESTIÓN DEL AGUA URBANA (III): LA TRANSICIÓN HIDROLÓGICA Y LA ECONOMÍA CIRCULAR

Date: May 23, 2019

En la actualidad, es una evidencia constatada y contrastada la influencia negativa del cambio climático en el progresivo desequilibrio entre la demanda de agua y su disponibilidad, y con un horizonte de mayor dificultad en la gestión del recurso a medio y largo plazo.

Al ser el nuestro un sector cuya materia prima proviene directamente de la naturaleza, la concienciación al respecto del cuidado del medio ambiente es absoluta. Se hace necesaria la búsqueda de nuevos modelos de gestión más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. No es suficiente el modelo aplicado en las últimas décadas por el que el ciudadano contaba con un servicio de abastecimiento regularizado, fiable y de gran calidad y un servicio de saneamiento y depuración sostenido aunque con serias deficiencias en diferentes lugares de la geografía española, fundamentalmente en municipios dispersos en el territorio y de poblaciones inferiores a los 5.000 habitantes.

Una gestión propia del siglo XXI, dados los nuevos escenarios a los que ya nos estamos enfrentando, debe contar entre sus prioridades con el medio ambiente no sólo como fuente de recursos sino también como gran oportunidad para abrir y desarrollar nuevas alternativas de negocio y de creación de empleo. La que se ha dado en llamar Economía Verde debe estar muy presente en la toma de decisiones de los operadores y responsables de la gestión del ciclo urbano del agua.

“Se hace necesaria la búsqueda de nuevos modelos de gestión más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente”

En ese sentido, estos operadores ya están buscando la forma de reducir su huella de carbono día a día y colaboran activamente junto con otros sectores, hacia la transición ecológica y energética.

Desde AGA venimos pidiendo de manera insistente a las autoridades competentes, la modificación o eliminación de los impuestos que obstaculicen el aprovechamiento energético de las instalaciones. El potencial del ciclo urbano del agua de cara a la economía circular es enorme. Es por ello que desde la asociación se defiende que el sistema impositivo ha de ir siempre orientado a fomentar el aprovechamiento energético. Sólo de esta manera se alcanzará un desarrollo basado realmente en una economía verde.

Un ejemplo claro de que el conjunto de operadores españoles de agua urbana apuesta por el medio ambiente es que la práctica totalidad de los mismos tiene implantado un Sistema de Gestión Ambiental según la norma internacional ISO 14001, lo que les posiciona como empresas socialmente responsables.

Además de extender todas estas buenas prácticas, es necesario un cambio de modelo en la gobernanza del agua, un modelo que comprometa a todos los agentes implicados, desde las propias administraciones hasta la ciudadanía y donde el ahorro en el consumo del agua y la reutilización de las aguas depuradas sean punta de lanza de esta necesaria transformación.

“El potencial del ciclo urbano del agua de cara a la economía circular es enorme”

Nuestras empresas, tanto públicas como privadas o mixtas, son pioneras en desarrollar nuevas tecnologías orientadas a mejorar los aprovechamientos hídricos, a alcanzar la autosuficiencia energética y a destinar los fangos resultantes de la depuración de las aguas residuales a nuevos usos en agricultura, jardinería, silvicultura, etc., así como para reutilizar el agua depurada para el regadío, la industria o la limpieza y el baldeo.

Para poder aprovechar todo ese potencial tecnológico, ese saber hacer, y para alcanzar esa excelencia en la gestión del ciclo integral del agua hace falta también, simultáneamente a la transformación hacia la circularidad y la digitalización, la adaptación de los trabajadores implicados en el sector, que deben entrar en formación permanente para que puedan aportar el valor suficiente para responder de manera adecuada a los nuevos retos.

Hay que garantizar esa implementación y gestión del conocimiento como condición de existencia de un ciclo integral del agua sostenible, y que sea capaz de dar satisfacción a las necesidades personales y económicas de la humanidad y de nuestro país en particular.

La regulación pendiente debe colocar como obligatorio ese nuevo modelo de gestión sostenible. Y tiene que hacerlo porque es el único camino viable en estos momentos para poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la ONU en el horizonte 2030 y mejorar, así, la calidad de vida de los ciudadanos y su garantía para las generaciones futuras.